Domingo,
19 de
mayo
Domingo de Pentecostés, solemnidad
«Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo; recibid el Espíritu Santo»
El tiempo de Pascua culmina con el envío del Espíritu
Santo que viene sobre María y los
apóstoles en el cenáculo, y de esta manera
la fiesta judía de Pentecostés se convierte en la
fiesta de la nueva alianza de
Dios con su pueblo, no escrita en piedras, sino
en los corazones por el Espíritu Santo. Fue una
experiencia de fuego y de viento,
un fuego de amor y un viento de fortaleza y
misión. Los bautizados en Jesús formamos un solo
cuerpo espiritual, y sabemos que
Jesús no nos deja solos, sino que nos envía
siempre el Espíritu Santo, fuente de paz y de
alegría, en donde podemos
encontrar el perdón y la gracia.
Liturgia y
comentario
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