Primera
Estación Jesús es sentenciado a muerte
Considera como Jesús, después de haber
sido azotado y coronado de espinas, fue injustamente sentenciado por
Pilato a morir crucificado.
ADORADO Jesús mío: mis pecados fueron más bien
que Pilato, los que os sentenciaron a muerte.
Por los méritos de este doloroso paso, os
suplico me asistáis en el camino que va
recorriendo mi alma para la eternidad. Os amo,
¡oh Jesús mío más que a mí mismo, y me
arrepiento de todo corazón de haberos ofendido;
no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra
vez; haced que os ame siempre y disponed de mi
como os agrade. Amén.
Segunda Estación Jesús
es cargado con la cruz
Considera como Jesús, andando este camino
con la cruz a cuestas, iba pensando en ti y ofreciendo a su Padre por tu
salvación la muerte que iba a padecer.
AMABILÍSIMO Jesús mío: abrazo todas las
tribulaciones que me tenéis destinadas hasta la
muerte, y os ruego, por los méritos de la pena
que sufristeis llevando vuestra Cruz, me deis
fuerza para llevar la mía con perfecta paciencia
y resignación. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más
que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón
de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a
separarme de Vos otra vez; haced que os ame
siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Tercera Estación Jesús
cae por primera vez
Considera esta primera caída de Jesús debajo
de la Cruz. Sus carnes estaban despedazadas por los azotes; su cabeza
coronada de espinas, y había ya derramado mucha sangre, por lo cual
estaba tan débil, que apenas podía caminar; llevaba al mismo tiempo
aquel enorme peso sobre sus hombros y los soldados le empujaban; de modo
que muchas veces desfalleció y cayó en este camino.
AMADO Jesús mío: más que el peso de la Cruz, son
mis pecados los que os hacen sufrir tantas
penas. Por los méritos de esta primera caída,
libradme de incurrir en pecado mortal. Os amo,
¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me
arrepiento de todo corazón de haberos ofendido;
no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra
vez; haced que os ame siempre y disponed de mí
como os agrade. Amén.
Cuarta Estación Jesús
encuentra a su afligida madre
Considera el encuentro del Hijo con su Madre
en este camino. Se miraron mutuamente Jesús y María, y sus miradas
fueron otras tantas flechas que traspasaron sus amantes corazones.
AMANTÍSIMO Jesús mío: por la pena que
experimentasteis en este encuentro, concededme
la gracia de ser verdadero devoto de vuestra
Santísima Madre. Y Vos, mi afligida Reina, que
fuisteis abrumada de dolor, alcanzadme con
vuestra intercesión una continua y amorosa
memoria de la Pasión de vuestro Hijo. Os amo,
¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me
arrepiento de todo corazón de haberos ofendido;
no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra
vez; haced que os ame siempre y disponed de mí
como os agrade. Amén.
Quinta Estación Simón de
Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz
Considera como los judíos, al ver que Jesús
iba desfalleciendo cada vez más, temieron que se les muriese en el
camino y, como deseaban verle morir de la muerte infame de Cruz,
obligaron a Simón el Cirineo a que le ayudase a llevar aquel pesado
madero.
DULCÍSIMO Jesús mío: no quiero rehusar la Cruz,
como lo hizo el Cirineo, antes bien la acepto y
la abrazo; acepto en particular la muerte que
tengáis destinada para mí, con todas las penas
que la han de acompañar, la uno a la vuestra, y
os la ofrezco. Vos habéis querido morir por mi
amor, yo quiero morir por el vuestro y por daros
gusto; ayudadme con vuestra gracia. Os amo, ¡oh
Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me
arrepiento de todo corazón de haberos ofendido;
no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra
vez; haced que os ame siempre y disponed de mí
como os agrade. Amén.
Sexta Estación
La Verónica limpia el rostro de Jesús
Considera como la devota mujer Verónica, al
ver a Jesús tan fatigado y con el rostro bañado en sudar y sangre, le
ofreció un lienzo, y limpiándose con él nuestro Señor, quedó impreso en
éste su santa imagen.
AMADO Jesús mío: en otro tiempo vuestro rostro
era hermosísimo; más en este doloroso viaje, las
heridas y la sangre han cambiado en fealdad su
hermosura. ¡Oh Señor mío, también mi alma quedó
hermosa a vuestros ojos cuando recibí la gracia
del bautismo, mas yo la he desfigurado después
con mis pecados. Vos sólo, ¡oh Redentor mío!,
podéis restituirle su belleza pasada: hacedlo
por los méritos de vuestra Pasión. Os amo, ¡oh
Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me
arrepiento de todo corazón de haberos ofendido;
no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra
vez; haced que os ame siempre y disponed de mí
como os agrade. Amén.
Séptima Estación
Jesús cae por segunda vez
Considera la segunda caída de Jesús debajo
de la Cruz, en la cual se le renueva el dolor de las heridas de su
cabeza y de todo su cuerpo al afligido Señor.
OH PACIENTÍSIMO Jesús mío. Vos tantas veces me
habéis perdonado, y yo he vuelto a caer y a
ofenderos. Ayudadme, por los méritos de esta
nueva caída, a perseverar en vuestra gracia
hasta la muerte. Haced que en todas las
tentaciones que me asalten, siempre y
prontamente me encomiende a Vos. Os amo, ¡oh
Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me
arrepiento de todo corazón de haberos ofendido;
no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra
vez; haced que os ame siempre y disponed de mí
como os agrade. Amén.
Octava Estación
Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús
Considera como algunas piadosas mujeres,
viendo a Jesús en tan lastimosa estado, que iba derramando sangre por el
camino, lloraban de compasión; mas Jesús les dijo: no lloréis por mí,
sino por vosotras mismas y por vuestros hijos.
AFLIGIDO Jesús mío: lloro las ofensas que os he
hecho, por los castigos que me han merecido,
pero mucho más por el disgusto que os he dado a
Vos, que tan ardientemente me habéis amado. No
es tanto el Infierno, como vuestro amor, el que
me hace llorar mis pecados. Os amo, ¡oh Jesús,
amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento
de todo corazón de haberos ofendido; no
permitáis que vuelva a separarme de Vos otra
vez; haced que os ame siempre y disponed de mí
como os agrade. Amén.
Novena Estación
Jesús cae por tercera vez
Considera la tercera caída de Jesucristo.
Extremada era su debilidad y excesiva la crueldad de los verdugos, que
querían hacerle apresurar el paso, cuando apenas le quedaba aliento para
moverse.
ATORMENTADO Jesús
mío: por los méritos de la debilidad que
quisisteis padecer en vuestro camino al
Calvario, dadme la fortaleza necesaria para
vencer los respetos humanos y todos mis
desordenados y perversos apetitos, que me han
hecho despreciar vuestra amistad. Os amo, ¡oh
Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me
arrepiento de todo corazón de haberos ofendido;
no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra
vez; haced que os ame siempre y disponed de mí
como os agrade. Amén.
Décima Estación
Jesús es despojado de sus vestiduras
Considera como al ser despojado Jesús de sus
vestiduras por los verdugos, estando la túnica interior pegada a las
carnes desolladas por los azotes, le arrancaran también con ella la piel
de su sagrado cuerpo. Compadece a tu Señor y dile:
INOCENTE Jesús mío: por los méritos del dolor
que entonces sufristeis, ayudadme a desnudarme
de todos los afectos a las cosas terrenas, para,
que pueda yo poner todo mi amor en Vos, que tan
digno sois de ser amado. Os amo, ¡oh Jesús, amor
mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de
todo corazón de haberos ofendido; no permitáis
que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced
que os ame siempre y disponed de mí como os
agrade. Amén.
Undécima Estación
Jesús es clavado
en la cruz
Considera como Jesús, tendido sobre la Cruz,
alarga sus pies y manos y ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su
vida por nuestra salvación; le enclavan aquellos bárbaros verdugos y
después levantan la Cruz en alto, dejándole morir de dolor, sobre aquel
patíbulo infame.
OH DESPRECIADO Jesús mío. Clavad mi corazón a
vuestros pies para que quede siempre ahí
amándoos y no os deje más. Os amo, ¡oh Jesús,
amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento
de todo corazón de haberos ofendido: no
permitáis que vuelva a separarme de Vos otra
vez: haced que os ame siempre y disponed de mí
como os agrade. Amén.
Duodécima Estación
Jesús muere en
la cruz
Considera como Jesús después de tres horas
de agonía, consumido de dolores y exhausto de fuerzas su cuerpo, inclina
la cabeza y expía en la Cruz.
OH DIFUNTO Jesús mío. Beso enternecido esa Cruz
en que por mí habéis muerto. Yo, por mis
pecados, tenía merecida una mala muerte, mas la
vuestra es mi esperanza. Ea pues Señor, por los
méritos de vuestra santísima muerte, concededme
la gracia de morir abrazado a vuestros pies y
consumido por vuestro amor. En vuestras manos
encomiendo mi alma. Os amo, ¡oh Jesús, amor
mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de
todo corazón de haberos ofendido; no permitáis
que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced
que os ame siempre y disponed de mí como os
agrade. Amén.
Decimotercera Estación
Jesús es bajado
de la cruz
Considera como, habiendo expirado ya el
Señor, le bajaron de la Cruz dos de sus discípulos, José y Nicodemo, y
le depositaran en los brazos de su afligida Madre, María, que le recibió
con ternura y le estrechó contra su pecho traspasado de dolor.
OH MADRE afligida. Por el amor de este Hijo,
admitidme por vuestro siervo y rogadle por mí. Y
Vos, Redentor mío, ya que habéis querido morir
por mí, recibidme en el número de los que os
aman más de veras, pues yo no quiero amar nada
fuera de Vos. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más
que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido; no permitáis que vuelva a
separarme de Vos otra vez; haced que os ame
siempre y disponed de mí como os agrade. Amén.
Decimocuarta Estación
Jesús es
colocado en el sepulcro
Considera como los discípulos llevaron a
enterrar a Jesús, acompañándole también su Santísima Madre, que le
depositó en el sepulcro con sus propias manos. Después cerraron la
puerta del sepulcro y se retiraron.
OH JESÚS MÍO sepultado. Beso esa losa que os
encierra. Vos resucitasteis después de tres
días; por vuestra resurrección os pido y os
suplico me hagáis resucitar glorioso en el día
del juicio final para estar eternamente con Vos
en la Gloria, amándoos y bendiciéndoos. Os amo,
¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, me
arrepiento de todo corazón de haberos ofendido;
no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra
vez; haced que os ame siempre y disponed de mí
como os agrade. Amén.
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