liturgia 


Lecturas del Domingo X del Tiempo Ordinario (B)

 

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis [Gén 39-15]

Cuando Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo:
«¿Dónde estás?».
Él contestó:
«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó:
«¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió:
«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor Dios dijo a la mujer:
«¿Qué has hecho?».
La mujer respondió:
«La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo;
te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida;
pongo hostilidad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y su descendencia;
esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 129, 1b-2. 3-4. 5-7ab. 7cd-8 (R/. 7cd)

R/.
Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi Voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, 
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón, 
y así infundes temor. R/.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor, 
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.

Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios. [2 Cor 4, 13-5, 1]

Hermanos:
Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.
Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día.
Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno.
Porque sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos.

Palabra de Dios

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos. [Mc 3, 20-35]

En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.
Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».
El los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta: «Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Palabra del Señor

Comentario homilético

Todos conocemos el relato del Génesis en el que se apoya el llamado pecado original. Recordemos que Dios había diseñado muy bien la creación para que viviéramos ordenadamente felices disfrutando de la naturaleza. Según su plan, todo era bueno.

Sin embargo, la mala ambición y la desobediencia inicial del ser humano desencadenaron la maldad en el mundo y viciaron la historia. Tal degeneración se ha ido contagiando infelizmente a lo largo de las generaciones. Nosotros somos testigos, por propia experiencia, de cómo arrastra la tentación y cómo se extiende el virus del pecado.

Esta narración simbólica del Génesis describe una realidad y transmite un mensaje: La condición humana está expuesta a la tentación, a un ambiente viciado como consecuencia de una ambición desordenada y de una desobediencia que vienen desde antiguo; pero hay también una oferta de salvación por parte de Dios, que el ser humano tiene a su libre alcance. El pecado es un fallo humano, un libertinaje, que desnuda, quita dignidad y avergüenza. Es un engaño y un mal uso de la libertad, un mal ejemplo y una tentación para que otros sigan pecando. Corrompe íntima y socialmente. Pero el ser humano no está sometido fatalmente al pecado. La promesa de redención se ha realizado en Cristo Jesús, que ha vencido al pecado. En Él se ha desarrollado la iniciativa impresionante de Dios Padre: redimirnos desde dentro de la humanidad y elevarnos a la condición de hijos. Quien vive al estilo de Jesús no sólo evita que el veneno del pecado le haga daño, sino que comunica la espiritualidad de la salvación.

Por el texto del Evangelio constatamos que a Jesús le dijeron casi de todo. Llegaron a pensar de Él casi todo. Algunos lo consideraron hasta endemoniado: lo que hacía estaba inspirado por el Maligno, no era cosa de Dios. ¡Qué atrevimiento y qué mala ralea! No hay peor ciego que el no quiere ver. No hay peor condición ni mayor equivocación que cerrarse a la evidencia y a los dones de Dios.

Hasta sus propios parientes lo llegaron a catalogar de loco, de haber perdido la cabeza, de no estar en sus cabales. ¿Se puede decir de Jesús que es un bicho raro, un anormal o un tipo extravagante? ¿No es una manera de querer descalificar a un valiente, a un hombre honrado y singular? Ciertamente, Jesús se sale de Io corriente; no es un hombre vulgar que hace lo que todo el mundo. Sobresale por ser persona honesta, de criterio y fiel a la voluntad de Dios. Por eso se le considera anormal y extraño. Pero, ¿es Él verdaderamente un anormal o somos nosotros los anormales?

Por eso, para Jesús los verdaderos familiares no son los que llevan su sangre, sino los que cumplen la voluntad de Dios y personalizan su Reino. Los hijos de Dios auténticos se dejan orientar por el Espíritu Santo, no venden su alma al diablo. De ahí que Jesús esté sumamente orgulloso de su madre: ella sí que cumple la voluntad de Dios.

P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.

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