«Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da
mucho fruto»
Una alianza nueva, con una ley escrita no en piedra,
sino en nuestros corazones. Y solo podemos comprender
esta alianza contemplando con un corazón puro el mismo
amor que movió a Jesús a entregarse a la muerte. Jesús
es dueño de su propio destino, en comunión de vida con
Dios Padre. A Jesús no le quitan la vida, sino que la
entrega para nuestra salvación. Su vida es como el grano
de trigo que muere para dar fruto. Esta entrega viene
confirmada por el Padre, el cual, en unidad con su Hijo
Jesús, manifiesta a través de la voz que Jesús será
glorificado, es decir, resucitará y manifestará la
gloria de Dios. Y su gloria será nuestra vida eterna.
Martes, 19 de marzo
San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María,
solemnidad
«José hizo lo que le había mandado el ángel del
Señor»
San José es como Abrahán y como el patriarca José,
justos que saben esperar y confiar en la obra salvadora
de Dios. El hecho de que Jesús fuera concebido
virginalmente por obra del Espíritu Santo era algo que a
san José le dejaba perplejo, y aunque sabía que la obra
salvadora de Dios estaba detrás, él tenía que
preguntarse cuál debía ser en esos momentos su papel de
padre y esposo. San José es justo porque sabe ver la
obra de Dios más allá incluso de la misma ley de Israel
que él mismo respeta y cumple. Su fiel custodia y su
piadoso afecto nos invita a querer servir con un corazón
puro.