Primera lectura
Lectura del Libro del Génesis (1,
1-31; 2, 1-2):
Al principio creó Dios el cielo y la tierra.
La tierra era un caos informe; sobre la faz del
Abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se
cernía sobre la faz de las aguas.
Y dijo
Dios: Que exista la luz. Y la luz existió. Y vio
Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz
de la tiniebla: llamó Dios a la luz «Día»; a la
tiniebla «Noche».
—Pasó una tarde, pasó una
mañana: el día primero—
Y dijo Dios: Que
exista una bóveda entre las aguas, que separe
aguas de aguas. E hizo Dios una bóveda y separó
las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de
encima de la bóveda. Y así fue. Y llamó Dios a
la bóveda «Cielo».
—Pasó una tarde, pasó una
mañana: el día segundo—
Y dijo Dios: Que se
junten las aguas de debajo del cielo en un solo
sitio, y que aparezcan los continentes. Y así
fue. Y llamó Dios a los continentes «Tierra». y
a la masa de las aguas la llamó «Mar». Y vio
Dios que era bueno.
Y dijo Dios: Verdee la
tierra hierba verde, que engendre semilla y
árboles frutales que den fruto según su especie,
y que lleven semilla sobre la tierra. Y así fue.
La tierra brotó hierba verde que engendraba
semilla según su especie, y árboles que daban
fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio
Dios que era bueno.
—Pasó una tarde, pasó una
mañana: el día tercero—
Y dijo Dios: Que
existan lumbreras en la bóveda del cielo, para
separar el día de la noche, para señalar las
fiestas, los días y los años; y sirvan de
lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz
sobre la tierra. Y así fue. E hizo Dios dos
lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir
el día, la lumbrera menor para regir la noche; y
las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del
cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir
el día y la noche, para separar la luz de la
tiniebla. Y vio Dios que era bueno.
—Pasó una
tarde, pasó una mañana: el día cuarto—
Y dijo
Dios: Pululen las aguas un pulular de vivientes,
y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la
bóveda del cielo. Y creó Dios los cetáceos y los
vivientes que se deslizan y que el agua hace
pulular según sus especies, y las aves aladas
según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y
Dios los bendijo diciendo: Creced, multiplicaos,
llenad las aguas del mar; que las aves se
multipliquen en la tierra.
—Pasó una tarde,
pasó una mañana: el día quinto—
Y dijo Dios:
Produzca la tierra vivientes según sus especies:
animales domésticos, reptiles y fieras según sus
especies. Y así fue. E hizo Dios las fieras
según sus especies, los animales domésticos
según sus especies y los reptiles según sus
especies. Y vio Dios que era bueno.
Y dijo
Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza; que domine los peces del mar, las
aves del cielo, los animales domésticos, los
reptiles de la tierra. Y creó Dios al hombre a
su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y
mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo:
Creced, multiplicaos, llenad la tierra y
sometedla; dominad los peces del mar, las aves
del cielo, los vivientes que se mueven sobre la
tierra.
Y dijo Dios: Mirad, os entrego todas
las hierbas que engendran semilla sobre la faz
de la tierra; y todos los árboles frutales que
engendran semilla os servirán de alimento; y a
todas las fieras de la tierra, a todas las aves
del cielo, a todos los reptiles de la tierra —a
todo ser que respira— la hierba verde les
servirá de alimento. Y así fue. Y vio Dios todo
lo que había hecho: y era muy bueno.
—Pasó
una tarde, pasó una mañana: el día sexto—
Y
quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus
ejércitos. Y concluyó Dios para el día séptimo
todo el trabajo que había hecho; y descansó el
día séptimo de todo el trabajo que había hecho.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 103
R/. Envía tu espíritu,
Señor, y repuebla la faz de la tierra
Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío,
qué grande eres!
Te vistes de belleza y
majestad,
la luz te envuelve como un manto.
R/.
Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y
no vacilará jamás;
la cubriste con el manto
del océano,
y las aguas se posaron sobre las
montañas. R/.
De los manantiales sacas los ríos
para que
fluyan entre los montes,
junto a ellos
habitan las aves del cielo,
y entre las
frondas se oye su canto. R/.
Desde tu morada riegas los montes,
y la
tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces
brotar hierba para los ganados
y forraje para
los que sirven al hombre. R/.
¡Cuántas son tus obras, Señor!,
y
todas las hiciste con sabiduría,
la tierra
está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma
mía al Señor!. R/.
Segunda lectura
Lectura del Libro del Génesis (22,
1-18):
En aquellos días Dios puso a prueba a Abrahán
llamándole:
—¡Abrahán!
El respondió:
—Aquí me tienes.
Dios le dijo:
—Toma a tu
querido hijo único, a Isaac, y vete al país de
Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de
los montes que yo te indicaré.
Abrahán
madrugó, aparejó el asno y se llevo consigo a
dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para
el sacrificio y se encaminó al lugar que le
había indicado Dios. El tercer día levantó
Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos.
Y Abrahán dijo a sus criados:
—Quedaos aquí
con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá
para adorar y después volveremos con vosotros.
Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la
cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y
el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac
dijo a Abrahán, su padre:
—Padre.
El
respondió:
—Aquí estoy, hijo mío.
El
muchacho dijo:
—Tenemos fuego y leña, pero,
¿dónde está el cordero para el sacrificio?
Abrahán contestó:
—Dios proveerá al cordero
para el sacrificio, hijo mío.
Y siguieron
caminando juntos.
Cuando llegaron al sitio
que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el
altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac
y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar
a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó
desde el cielo:
—¡Abrahán, Abrahán!
El
contestó:
—Aquí me tienes.
El ángel le
ordenó :
—No alargues la mano contra tu hijo
ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios,
porque no te has reservado a tu hijo, tu único
hijo.
Abrahán levantó los ojos y vio un
carnero enredado por los cuernos en la maleza.
Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en
sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó
aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice
aún hoy «El monte del Señor ve».
El ángel del
Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
—«Juro por mí mismo —oráculo del Señor—: por
haber hecho esto, por no haberte reservado tu
hijo, tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré
a tus descendientes como las estrellas del cielo
y como la arena de la playa. Tus descendientes
conquistarán las puertas de ciudades enemigas.
Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu
descendencia, porque me has obedecido.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 15
R/. Protégeme, Dios mío,
que me refugio en ti
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre
presente al Señor,
con él a mi derecha no
vacilaré. R/.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan
mis entrañas, y mi carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
R/.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría
perpetua a tu derecha. R/.
Tercera lectura
Lectura del Libro del Éxodo (14, 15-15, 1):
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés:
—¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los
israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza
tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y
divídelo, para que los israelitas entren en
medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a
endurecer el corazón de los egipcios para que
los persigan, y me cubriré de gloria a costa del
Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de
los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el
Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa
del Faraón, de sus carros y de los guerreros.
Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al
frente del ejército de Israel, y pasó a
retaguardia. También la columna de nube de
delante se desplazó de allí y se colocó detrás,
poniéndose entre el campamento de los egipcios y
el campamento de los israelitas. La nube era
tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que
los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés
extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo
soplar durante toda la noche un fuerte viento
del Este que secó el mar y se dividieron las
aguas. Los israelitas entraron en medio del mar
a pie enjuto, mientras que las aguas formaban
muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se
lanzaron en su persecución, entrando tras ellos
en medio del mar, todos los caballos del Faraón
y los carros con sus guerreros.
Mientras
velaban al amanecer, miró el Señor al campamento
egipcio desde la columna de fuego y nube y
sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó
las ruedas de sus carros y las hizo avanzar
pesadamente. Y dijo Egipto:
—Huyamos de
Israel, porque el Señor lucha en su favor contra
Egipto.
Dijo el Señor a Moisés:
—Extiende
tu mano sobre el mar y vuelvan las aguas sobre
los egipcios, sus carros y sus jinetes.
Y
extendió Moisés su mano sobre el mar; y al
amanecer volvía el mar a su curso de siempre.
Los egipcios huyendo iban a su encuentro y el
Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y
volvieron las aguas y cubrieron los carros, los
jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo
había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco
en medio del mar; las aguas les hacían de
muralla a derecha e izquierda.
Aquel día
salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto.
Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla
del mar. Israel vio la mano grande del Señor
obrando contra los egipcios, y el pueblo temió
al Señor y creyó en el Señor y en Moisés, su
siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel
cantaron un cántico al Señor.
Palabra de Dios
Salmo
Sal Éx 15, 1-18
R/. Cantaré al Señor,
gloriosa es su victoria
Cantemos al Señor, sublime es su
victoria:
caballo y jinete ha arrojado en el
mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él
fue mi salvación.
El es mi Dios: yo lo
alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo
ensalzaré. R/.
El Señor es un guerrero,
su
nombre es el Señor.
Los carros del Faraón los
lanzó al mar,
ahogó en el Mar Rojo a sus
mejores capitanes. R/.
Las olas los cubrieron,
bajaron
hasta el fondo como piedras.
Tu diestra,
Señor, es fuerte y terrible;
tu diestra,
Señor, tritura al enemigo.
R/.
Los introduces y los
plantas en el monte de tu heredad,
lugar del
que hiciste tu trono, Señor;
santuario,
Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina
por siempre jamás. R/.
Cuarta lectura
Lectura del Profeta de Isaías (54, 5-14):
El que te hizo te tomará por esposa: su nombre
es el Señor de los Ejércitos. Tu redentor es el
Santo de Israel, se llama Dios de toda la
tierra. Como a mujer abandonada y abatida te
vuelve a llamar el Señor; como a esposa de
juventud, repudiada, —dice tu Dios—.
Por un
instante te abandoné, pero con gran cariño te
reuniré. En un arrebato de ira te escondí un
instante mi rostro, pero con misericordia eterna
te quiero —dice el Señor, tu redentor—.
Me
sucede como en tiempo de Noé: Juré que las aguas
del diluvio no volverían a cubrir la tierra; así
juro no airarme contra ti ni amenazarte. Aunque
se retiren los montes y vacilen las colinas, no
se retirará de ti mi misericordia ni mi alianza
de paz vacilará —dice el Señor, que te quiere—.
¡Oh afligida, zarandeada, desconsolada! Mira, yo
mismo coloco tus piedras sobre azabaches, tus
cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de
rubí, y puertas de esmeralda, y muralla de
piedras preciosas. Tus hijos serán discípulos
del Señor, tendrán gran paz tus hijos. Tendrás
firme asiento en la justicia. Estarás lejos de
la opresión, y no tendrás que temer; y lejos del
terror, que no se acercará.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 29
R/. Te ensalzaré, Señor,
porque me has librado
Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado
y no has dejado que mis enemigos se
rían de mí.
Sacaste mi vida del abismo,
y
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura
un instante,
su bondad de por vida;
al
atardecer nos visita el llanto,
por la
mañana, el júbilo. R/.
Escucha, Señor, y ten piedad de
mí,
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en
danzas.
Señor, Dios mío,
te daré gracias
por siempre.
R/.
Quinta lectura
Lectura del Profeta de Isaías (55, 1-11):
Esto dice el Señor: Oíd, sedientos todos, acudid
por agua, también los que no tenéis dinero:
venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y
leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo
que no alimenta y el salario en lo que no da
hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien,
saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el
oído, venid a mí: escuchadme y viviréis. Sellaré
con vosotros alianza perpetua, la promesa que
aseguré a David: a él lo hice mi testigo para
los pueblos, caudillo y soberano de naciones; tú
llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que
no te conocía correrá hacia ti; por el Señor, tu
Dios, por el Santo de Israel que te honra.
Buscad al Señor mientras se le encuentra,
invocadlo mientras está cerca; que el malvado
abandone su camino, y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a
nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes
no son vuestros planes, vuestros caminos no son
mis caminos —oráculo del Señor—.
Como el
cielo es más alto que la tierra, mis caminos son
más altos que los vuestros, mis planes, que
vuestros planes. Como bajan la lluvia y la nieve
desde el cielo, y no vuelven allá, sino después
de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla
germinar, para que dé semilla al sembrador y pan
al que come; así será mi Palabra, que sale de mi
boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi
voluntad, y cumplirá mi encargo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal Is 12, 2-6
R/. Sacaréis aguas con
gozo de las fuentes de la salvación
El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi
poder es el Señor,
el fue mi salvación.
Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la
salvación. R/.
Dad gracias al Señor,
invocad
su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.
Tañed para el Señor que hizo
proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué
grande es en medio de ti el Santo de Israel».
R/.
Sexta lectura
Lectura del Profeta Baruc (3, 9-15.
32-4, 4):
Escucha, Israel, mandatos de vida, presta oído
para aprender prudencia. ¿A qué se debe, Israel,
que estés aún en país enemigo, que envejezcas en
tierra extranjera, que estés impuro con los
muertos, que te cuenten con los del Abismo? —Es
que abandonaste la sabiduría.
Si hubieras
seguido el camino de Dios, habitarías en paz
para siempre. Aprende dónde se encuentra la
prudencia, el valor y la inteligencia, así
aprenderás dónde se encuentra la vida larga, la
luz de los ojos y la paz.
¿Quién encontró su
puesto o entró en sus almacenes? El que todo lo
sabe la conoce, la examina y la penetra. El que
creó la tierra para siempre y la llenó de
animales cuadrúpedos; el que manda a la luz, y
ella va, la llama, y le obedece temblando; a los
astros, que velan gozosos en sus puestos de
guardia, los llama y responden: «Presentes»; y
brillan gozosos para su Creador. El es nuestro
Dios y no hay otro frente a él: investigó el
camino del saber y se lo dio a su hijo Jacob, a
su amado, Israel.
Después apareció en el
mundo y vivió entre los hombres. Es el libro de
los mandatos de Dios, la ley de validez eterna:
los que la guardan, vivirán, los que la
abandonan, morirán.
Vuélvete, Jacob, a
recibirla, camina a la claridad de su
resplandor; no entregues a otros tu gloria ni tu
dignidad a un pueblo extranjero. ¡Dichosos
nosotros, Israel, que conocemos lo que agrada al
Señor!
Palabra de Dios
Salmo
Sal 18
R/. Señor, tú tienes palabras
de vida eterna
La ley del Señor es perfecta
y
es descanso del alma;
el precepto del Señor
es fiel
e instruye al ignorante. R/.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es
límpida
y da luz a los ojos. R/.
La voluntad del Señor es pura
y
eternamente estable;
los mandamientos del
Señor son verdaderos
y eternamente justos.
R/.
Más preciosos que el
oro,
más que el oro fino;
más dulce que la
miel de un panal que destila. R/.
Séptima lectura
Lectura del Profeta Ezequiel (36, 16-17a.
18-28):
Me vino esta Palabra del Señor: Cuando la casa
de Israel habitaba en su tierra, la profanó con
su conducta, con sus acciones, como sangre
inmunda fue su proceder ante mí.
Entonces
derramé mi cólera sobre ellos, por la sangre que
habían derramado en el país, por haberlo
profanado con sus idolatrías. Los esparcí entre
las naciones, anduvieron dispersos por los
países; según su proceder, según sus acciones
los sentencié.
Cuando llegaron a las naciones
donde se fueron, profanaron mi santo nombre;
decían de ellos: «Estos son el pueblo del Señor,
de su tierra han salido.» Sentí lástima de mi
santo nombre, profanado por la casa de Israel en
las naciones a las que se fue.
Por eso, di a
la casa de Israel: Esto dice el Señor:
No lo
hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi
santo nombre, profanado por vosotros, en las
naciones a las que habéis ido. Mostraré la
santidad de mi nombre grande, profanado entre
los gentiles, que vosotros habéis profanado en
medio de ellos; y conocerán los gentiles que yo
soy el Señor —oráculo del Señor—, cuando les
haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré
de entre las naciones, os reuniré de todos los
países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré
sobre vosotros un agua pura que os purificará:
de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he
de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os
infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un
corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, Y
haré que caminéis según mis preceptos, y que
guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis
en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros
seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 41
R/. Como busca la cierva
corrientes de agua, así mi alma te busca a ti,
Dios mío
Mi alma tiene sed de Dios, del
Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de
Dios?. R/.
Desahogo mi alma conmigo:
cómo
marchaba a la cabeza del grupo hacia la casa de
Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. R/.
Envía tu luz y tu verdad;
que
ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte
santo,
hasta tu morada.
R/.
Que yo me acerque al
altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que
te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios
mío. R/.
Epístola
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos (6, 3-11):
Hermanos:
Los que por el bautismo nos
incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su
muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él
en la muerte, para que, así como Cristo fue
resucitado de entre los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros andemos en una
vida nueva.
Porque, si nuestra existencia
está unida a él en una muerte como la suya, lo
estará también en una resurrección como la suya.
Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido
crucificada con Cristo, quedando destruida
nuestra personalidad de pecadores, y nosotros
libres de la esclavitud al pecado; porque el que
muere ha quedado absuelto del pecado.
Por
tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que
también viviremos con él; pues sabemos que
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos,
ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio
sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado
de una vez para siempre; y su vivir es un vivir
para Dios.
Lo mismo vosotros, consideraos
muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo
Jesús.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 117
R/.
Aleluya, aleluya, aleluya
Dad gracias al
Señor porque es bueno,
porque es eterna su
misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R/.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de
morir, viviré,
para contar las hazañas del
Señor. R/.
Envía tu luz y tu verdad;
que
ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte
santo,
hasta tu morada. R/.
La piedra que desecharon los
arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
es un milagro
patente. R/.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san
Marcos (16, 1-7):
Pasado el sábado, María Magdalena, María la
de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a
embalsamar a Jesús.
Y muy temprano, el primer
día de la semana, al salir el sol, fueron al
sepulcro. Y se decían unas a otras:
«¿Quién
nos correrá la piedra de la entrada del
sepulcro?».
Al mirar, vieron que la piedra
estaba corrida y eso que era muy
grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un
joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y
quedaron aterradas.
Él les dijo:
«No
tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el
crucificado? Ha resucitado. No está aquí. Mirad
el sitio donde lo pusieron. Pero id a decir a
sus discípulos y a Pedro: “Él va por delante de
vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os
dijo”».
Palabra del Señor