C Vigilia
Pascual
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis 1, 1 – 2, 2
Al principio creó Dios el cielo y la tierra.
La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla
cubría la superficie del abismo, mientras el
espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las
aguas. Dijo Dios: «Exista la luz». Y la
luz existió. Vio Dios que la luz era buena. Y
separó Dios la luz de la tiniebla. Llamó Dios a
la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.
Y dijo Dios: «Exista un firmamento entre las
aguas, que separe aguas de aguas». E hizo
Dios el firmamento y separó las aguas de debajo
del firmamento de las aguas de encima del
firmamento. Y así fue. Llamó Dios al
firmamento «cielo». Pasó una tarde, pasó una
mañana: el día segundo. Dijo Dios:
«Júntense las aguas de debajo del cielo en un
solo sitio, y que aparezca lo seco». Y así
fue. Llamó Dios a lo seco «tierra», y a la
masa de las aguas llamó «mar». Y vio Dios que
era bueno. Dijo Dios: «Cúbrase la tierra
de verdor, de hierba verde que engendre semilla,
y de árboles frutales que den fruto según su
especie y que lleven semilla sobre la tierra».
Y así fue. La tierra brotó hierba verde que
engendraba semilla según su especie, y árboles
que daban fruto y llevaban semilla según su
especie. Y vio Dios que era bueno. Pasó
una tarde, pasó una mañana: el día tercero.
Dijo Dios: «Existan lumbreras en el
firmamento del cielo, para separar el día de la
noche, para señalar las fiestas, los días y los
años, y sirvan de lumbreras en el firmamento del
cielo, para iluminar sobre la tierra». Y así
fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la
lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera
menor para regir la noche; y las estrellas. Dios
las puso en el firmamento del cielo para
iluminar la tierra, para regir el día y la noche
y para separar la luz de la tiniebla. Y vio
Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una
mañana: el día cuarto. Dijo Dios: «Bullan
las aguas de seres vivientes, y vuelen los
pájaros sobre la tierra frente al firmamento del
cielo». Y creó Dios los grandes cetáceos y
los seres vivientes que se deslizan y que las
aguas fueron produciendo según sus especies, y
las aves aladas según sus especies. Y vio
Dios que era bueno. Luego los bendijo Dios,
diciendo: «Sed fecundos y multiplicaos,
llenad las aguas del mar; y que las aves se
multipliquen en la tierra». Pasó una tarde,
pasó una mañana: el día quinto. Dijo Dios:
«Produzca la tierra seres vivientes según sus
especies: ganados, reptiles y fieras según sus
especies». Y así fue. E hizo Dios las
fieras según sus especies, los ganados según sus
especies y los reptiles según sus especies. Y
vio Dios que era bueno. Dijo Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza;
que domine los peces del mar, las aves del
cielo, los ganados y los reptiles de la tierra».
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de
Dios lo creó, varón y mujer los creó. Dios
los bendijo; y les dijo Dios: «Sed fecundos y
multiplicaos, llenad la tierra y sometedla;
dominad los peces del mar, las aves del cielo y
todos los animales que se mueven sobre la
tierra». Y dijo Dios: «Mirad, os entrego
todas las hierbas que engendran semilla sobre la
superficie de la tierra y todos los árboles
frutales que engendran semilla: os servirán de
alimento. Y la hierba verde servirá de alimento
a todas las fieras de la tierra, a todas las
aves del cielo, a todos los reptiles de la
tierra y a todo ser que respira». Y así fue.
Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy
bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el
día sexto. Así quedaron concluidos el cielo,
la tierra y todo el universo. Y habiendo
concluido el día séptimo la obra que había
hecho, descansó el día séptimo de toda la obra
que había hecho.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 103,
1 2a. 5 6. 10 y 12. 13 14. 24 y 35c
R/. Envía
tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la
tierra
Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío,
qué grande eres! Te vistes de belleza y
majestad, la luz te envuelve como un manto.
R/.
Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y
no vacilará jamás; la cubriste con el manto
del océano, y las aguas se posaron sobre las
montañas. R/.
De los manantiales sacas los ríos, para
que fluyan entre los montes; junto a ellos
habitan las aves del cielo, y entre las
frondas se oye su canto. R/.
Desde tu morada riegas los montes, y la
tierra se sacia de tu acción fecunda; haces
brotar hierba para los ganados, y forraje
para los que sirven al hombre. Él saca pan de
los campos. R/.
Cuántas son tus obras, Señor, y todas las
hiciste con sabiduría; la tierra está llena
de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al
Señor! R/.
Segunda lectura
Lectura del libro del Génesis 22, 1-18
En aquellos días, Dios puso a prueba a
Abrahán. Le dijo: «¡Abrahán!». El
respondió: «Aquí estoy». Dios dijo:
«Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y
vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en
holocausto en uno de los montes que yo te
indicaré». Abrahán madrugó, aparejó el asno y
se llevó consigo a dos criados y a su hijo
Isaac; cortó leña para el holocausto y se
encaminó al lugar que le había indicado Dios.
Al tercer día levantó Abrahán los ojos y divisó
el sitio desde lejos. Abrahán dijo a sus
criados: «Quedaos aquí con el asno; yo con el
muchacho iré hasta allá para adorar, y después
volveremos con vosotros». Abrahán tomó la
leña para el holocausto, se la cargó a su hijo
Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los
dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abrahán,
su padre: «Padre». Él respondió: «Aquí
estoy, hijo mío». El muchacho dijo:
«Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el
cordero para el holocausto?». Abrahán
contestó: «Dios proveerá el cordero para el
holocausto, hijo mío». Y siguieron caminando
juntos. Cuando llegaron al sitio que le había
dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y
apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo
puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces
Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para
degollar a su hijo. Pero el ángel del Señor le
gritó desde el cielo: «¡Abrahán, Abrahán!».
Él contestó: «Aquí estoy». El ángel le
ordenó: «No alargues la mano contra el
muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado
que temes a Dios, porque no te has reservado a
tu hijo, a tu único hijo». Abrahán levantó
los ojos y vio un carnero enredado por los
cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero
y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo
que se dice aún hoy «En el monte el Señor es
visto». El ángel del Señor llamó a Abrahán
por segunda vez desde el cielo y le dijo:
«Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber
hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu
hijo único, te colmaré de bendiciones y
multiplicaré a tus descendientes como las
estrellas del cielo y como la arena de la playa.
Tus descendientes conquistarán las puertas de
sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se
bendecirán con tu descendencia, porque has
escuchado mi voz».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 15,
5 y 8. 9 10. 11
R/. Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. Tengo siempre
presente al Señor, con él a mi derecha no
vacilaré.
R/.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan
mis entrañas, y mi carne descansa
esperanzada. Porque no me abandonarás en la
región de los muertos ni dejarás a tu fiel
ver la corrupción. R/.
Me enseñarás el sendero de la vida, me
saciarás de gozo en tu presencia, de alegría
perpetua a tu derecha. R/.
Tercera lectura
Lectura del libro del Éxodo 14, 15 – 15, 1
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés:
«¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los hijos
de Israel que se pongan en marcha. Y tú, alza tu
cayado, extiende tu mano sobre el mar y
divídelo, para que los hijos de Israel pasen por
medio del mar, por lo seco. Yo haré que los
egipcios se obstinen y entren detrás de
vosotros, y me cubriré de gloria a costa del
faraón y de todo su ejército, de sus carros y de
sus jinetes. Así sabrán los egipcios que yo soy
el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a
costa del faraón, de sus carros y de sus
jinetes». Se puso en marcha el ángel del
Señor, que iba al frente del ejército de Israel,
y pasó a retaguardia. También la columna de
nube, que iba delante de ellos, se desplazó y se
colocó detrás, poniéndose entre el campamento de
los egipcios y el campamento de Israel. La nube
era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin
que los ejércitos pudieran aproximarse el uno al
otro. Moisés extendió su mano sobre el mar y el
Señor hizo retirarse el mar con un fuerte viento
del este que sopló toda la noche; el mar se secó
y se dividieron las aguas. Los hijos de Israel
entraron en medio del mar, en lo seco, y las
aguas les hacían de muralla a derecha e
izquierda. Los egipcios los persiguieron y
entraron tras ellos, en medio del mar: todos los
caballos del faraón, sus carros y sus jinetes.
Era ya la vigilia matutina cuando el Señor miró
desde la columna de fuego y humo hacia el
ejército de los egipcios y sembró el pánico en
el ejército egipcio. Trabó las ruedas de sus
carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Los
egipcios dijeron: «Huyamos ante Israel,
porque el Señor lucha por él contra Egipto».
Luego dijo el Señor a Moisés: «Extiende tu
mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los
egipcios, sus carros y sus jinetes». Moisés
extendió su mano sobre el mar; y al despuntar el
día el mar recobró su estado natural, de modo
que los egipcios, en su huida, toparon con las
aguas. Así precipitó el Señor a los egipcios en
medio del mar. Las aguas volvieron y
cubrieron los carros, los jinetes y todo el
ejército del faraón, que había entrado en el
mar. Ni uno solo se salvó. Mas los hijos de
Israel pasaron en seco por medio del mar,
mientras las aguas hacían de muralla a derecha e
izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel
del poder de Egipto, e Israel vio a los egipcios
muertos, en la orilla del mar. Vio, pues, Israel
la mano potente que el Señor había desplegado
contra los egipcios, y temió el pueblo al Señor,
y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo.
Entonces Moisés y los hijos de Israel entonaron
este canto al Señor.
Palabra de Dios
Salmo
Sal Ex
15, 1 2. 3 4. 5 6. 17 18
R/. Cantaré
al Señor, gloriosa es su victoria
Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar. Mi
fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi
salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
R/.
El Señor es un guerrero, su nombre es “El
Señor”. Los carros del faraón los lanzó al
mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores
capitanes. R/.
Las olas los cubrieron, bajaron hasta el
fondo como piedras. Tu diestra, Señor, es
magnífica en poder, tu diestra, Señor,
tritura al enemigo. R/.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu
heredad, lugar del que hiciste tu trono,
Señor; santuario, Señor, que fundaron tus
manos. El Señor reina por siempre jamás. R/.
Cuarta lectura
Lectura del libro de Isaías 54, 5-14
Quien te desposa es tu Hacedor: su nombre
es Señor todopoderoso. Tu libertador es el
Santo de Israel: se llama «Dios de toda la
tierra». Como a mujer abandonada y abatida
te llama el Señor; como a esposa de juventud,
repudiada —dice tu Dios—. Por un instante
te abandoné, pero con gran cariño te reuniré.
En un arrebato de ira, por un instante te
escondí mi rostro, pero con amor eterno te
quiero —dice el Señor, tu libertador—. Me
sucede como en los días de Noé: juré que las
aguas de Noé no volverían a cubrir la tierra;
así juro no irritarme contra ti ni
amenazarte. Aunque los montes cambiasen y
vacilaran las colinas, no cambiaría mi amor,
ni vacilaría mi alianza de paz —dice el Señor
que te quiere—. ¡Ciudad afligida, azotada por
el viento, a quien nadie consuela! Mira,
yo mismo asiento tus piedras sobre azabaches,
tus cimientos sobre zafiros; haré tus almenas
de rubí, tus puertas de esmeralda, y de
piedras preciosas tus bastiones. Tus hijos
serán discípulos del Señor, gozarán de gran
prosperidad tus constructores. Tendrás tu
fundamento en la justicia: lejos de la
opresión, no tendrás que temer; lejos del
terror, que no se acercará.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 29,
2 y 4. 5 6. 11 y 12a y 13b
R/. Te
ensalzaré, Señor, porque me has librado
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo, y me
hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
R/.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo; su
cólera dura un instante; su bondad, de por
vida; al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor,
socórreme. Cambiaste mi luto en danzas.
Señor Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.
Quinta lectura
Lectura del libro de Isaías 55, 1-11
Esto dice el Señor: «Sedientos todos,
acudid por agua; venid, también los que no
tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y
comprad, sin dinero y de balde, vino y leche.
¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta
y el salario en lo que no da hartura?
Escuchadme atentos y comeréis bien,
saborearéis platos sustanciosos. Inclinad
vuestro oído, venid a mí: escuchadme y
viviréis. Sellaré con vosotros una alianza
perpetua, las misericordias firmes hechas a
David: lo hice mi testigo para los pueblos,
guía y soberano de naciones. Tú llamarás a un
pueblo desconocido, un pueblo que no te
conocía correrá hacia ti; porque el Señor tu
Dios, el Santo de Israel te glorifica.
Buscad al Señor mientras se deja encontrar,
invocadlo mientras está cerca. Que el malvado
abandone su camino, y el malhechor sus
planes; que se convierta al Señor, y él
tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en
perdón. Porque mis planes no son vuestros
planes, vuestros caminos no son mis caminos
—oráculo del Señor—. Cuanto dista el cielo de
la tierra, así distan mis caminos de los
vuestros, y mis planes de vuestros planes.
Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la
tierra, de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador y pan al que
come, así será mi palabra que sale de mi
boca: no volverá a mí vacía, sino que
cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi
encargo».
Palabra de Dios
Salmo
Sal Is
12, 2 3. 4bcd. 5 6
R/. Sacaréis
aguas con gozo de las fuentes de la salvación
«Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no
temeré, porque mi fuerza y mi poder es el
Señor, él fue mi salvación». Y sacaréis
aguas con gozo de las fuentes de la
salvación.
R/.
«Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas, proclamad
que su nombre es excelso». R/.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra; gritad
jubilosos, habitantes de Sión, porque es
grande en medio de ti el Santo de Israel. R/.
Sexta lectura
Lectura del libro de Baruc 3, 9-15. 32 – 4, 4
Escucha, Israel, mandatos de vida; presta
oído y aprende prudencia. ¿Cuál es la razón,
Israel, de que sigas en país enemigo,
envejeciendo en tierra extranjera; de que te
crean un ser contaminado, un muerto habitante
del Abismo? ¡Abandonaste la fuente de la
sabiduría! Si hubieras seguido el camino de
Dios, habitarías en paz para siempre.
Aprende dónde está la prudencia, dónde el
valor y la inteligencia, dónde una larga
vida, la luz de los ojos y la paz. ¿Quién
encontró su lugar o tuvo acceso a sus
tesoros? El que todo lo sabe la conoce, la
ha examinado y la penetra; el que creó la
tierra para siempre y la llenó de animales
cuadrúpedos; el que envía la luz y le
obedece, la llama y acude temblorosa; a
los astros que velan gozosos arriba en sus
puestos de guardia, los llama, y responden:
«Presentes», y brillan gozosos para su
Creador. Este es nuestro Dios, y no hay
quien se le pueda comparar; rastreó el camino
de la inteligencia y se lo enseñó a su hijo,
Jacob, se lo mostró a su amado, Israel.
Después apareció en el mundo y vivió en medio
de los hombres. Es el libro de los mandatos
de Dios, la ley de validez eterna: los que
la guarden vivirán; los que la abandonen
morirán. Vuélvete, Jacob, a recibirla,
camina al resplandor de su luz; no entregues
a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo
extranjero. ¡Dichosos nosotros, Israel,
que conocemos lo que agrada al Señor!
Palabra de Dios
Salmo
Sal 18,
8. 9. 10. 11
R/. Señor,
tú tienes palabras de vida eterna
La ley del Señor es perfecta y es descanso
del alma; el precepto del Señor es fiel e
instruye a los ignorantes.
R/.
Los mandatos del Señor son rectos y
alegran el corazón; la norma del Señor es
límpida y da luz a los ojos. R/.
El temor del Señor es puro y eternamente
estable; los mandamientos del Señor son
verdaderos y eternamente justos. R/.
Más preciosos que el oro, más que el oro
fino; más dulce que la miel de un panal
que destila. R/.
Séptima lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel 36, 16-28
Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de
hombre, la casa de Israel profanó con su
conducta y sus acciones la tierra en que
habitaba. Me enfurecí contra ellos, por la
sangre que habían derramado en el país, y por
haberlo profanado con sus ídolos. Los
dispersé por las naciones, y anduvieron
dispersos por diversos países. Los he juzgado
según su conducta y sus acciones. Al llegar a
las diversas naciones, profanaron mi santo
nombre, ya que de ellos se decía: “Estos
son el pueblo del Señor y han debido
abandonar su tierra”. Así que tuve que
defender mi santo nombre, profanado por la
casa de Israel entre las naciones adonde
había ido. Por eso, di a la casa de Israel:
“Esto dice el Señor Dios: No hago esto por
vosotros, casa de Israel, sino por mi santo
nombre, profanado por vosotros en las
naciones a las que fuisteis. Manifestaré la
santidad de mi gran nombre, profanado entre
los gentiles, porque vosotros lo habéis
profanado en medio de ellos. Reconocerán las
naciones que yo soy el Señor —oráculo del
Señor Dios—, cuando por medio de vosotros les
haga ver mi santidad. Os recogeré de entre
las naciones, os reuniré de todos los países
y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré
sobre vosotros un agua pura que os
purificará: de todas vuestras inmundicias e
idolatrías os he de purificar; y os daré
un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu
nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón
de piedra, y os daré un corazón de carne.
Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis
según mis preceptos, y que guardéis y
cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la
tierra que di a vuestros padres. Vosotros
seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios”».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 41,
3. 5bcd; 42, 3. 4
R/. Como
busca la cierva corrientes de agua, así mi alma
te busca a ti, Dios mío
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
R/.
Cómo entraba en el recinto santo, cómo
avanzaba hacia la casa de Dios, entre cantos
de júbilo y alabanza, en el bullicio de la
fiesta. R/.
Envía tu luz y tu verdad: que ellas me
guíen y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R/.
Me acercaré al altar de Dios, al Dios de
mi alegría; y te daré gracias al son de la
cítara, Dios, Dios mío. R/.
Epístola
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Romanos 6, 3-11
Hermanos: Cuantos fuimos bautizados en
Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la
muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó
de entre los muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros andemos en una vida nueva.
Pues si hemos sido incorporados a él en una
muerte como la suya, lo seremos también en una
resurrección como la suya; sabiendo que nuestro
hombre viejo fue crucificado con Cristo, para
que fuera destruido el cuerpo de pecado, y, de
este modo, nosotros dejáramos de servir al
pecado; porque quien muere ha quedado libre del
pecado. Si hemos muerto con Cristo, creemos
que también viviremos con él; pues sabemos que
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos,
ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio
sobre él. Porque quien ha muerto, ha muerto al
pecado de una vez para siempre; y quien vive,
vive para Dios. Lo mismo vosotros,
consideraos muertos al pecado y vivos para Dios
en Cristo Jesús.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 117,
1 2. 16ab 17. 22 23
R/. Aleluya,
aleluya. aleluya
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. Diga la
casa de Israel: eterna es su misericordia.
R/.
«La diestra del Señor es poderosa, la
diestra del Señor es excelsa». No he de
morir, viviré para contar las hazañas del
Señor. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular. Es el Señor quien
lo ha hecho, ha sido un milagro patente. R/.
Evangelio
Lectura del santo
Evangelio según San Lucas 24, 1-12
El primer día de la semana, de madrugada, las
mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas
que habían preparado. Encontraron corrida la
piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron
el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban
desconcertadas por esto, se les presentaron dos
hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron
despavoridas y con las caras mirando al suelo y
ellos les dijeron: «¿Por qué buscáis entre
los muertos al que vive? No está aquí. Ha
resucitado. Recordad cómo os habló estando
todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del
hombre tiene que ser entregado en manos de
hombres pecadores, ser crucificado y al tercer
día resucitar». Y recordaron sus palabras.
Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo
esto a los Once y a todos los demás. Eran
María la Magdalena, Juana y María, la de
Santiago. También las demás, que estaban con
ellas, contaban esto mismo a los apóstoles.
Ellos lo tomaron por un delirio y no las
creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y
fue corriendo al sepulcro. Asomándose, vio solo
los lienzos. Y se volvió a su casa, admirándose
de lo sucedido.
Palabra del Señor
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Comentario homilético
Jesús clavado y muerto en
la cruz no es la última imagen que los cristianos
tenemos de nuestro Salvador. El final de su
historia, que da luz a nuestra esperanza, es su
resurrección, señorío en plenitud a la derecha del
Padre. Nosotros creemos y confesamos que Jesús vive
con la misma vida de Dios.
Nadie vio la escena, no se
pudo hacer ningún reportaje. No importa. La
resurrección de Jesús es, ante todo, una experiencia
religiosa, espiritual. Lo cierto es que, para ser
totalmente salvador, tuvo que atravesar el umbral de
la muerte y bajar hasta el abismo con una última
misión: conmocionar a todos los infiernos, despertar
a todos los que dormían desde antiguo el sueño de la
muerte y gritarles con autoridad: "¡Arriba!
¡Levantaos! Es la hora de la vida".
Desde entonces, la
revolución de Dios ha adquirido un nuevo ímpetu. Ha
quedado todavía más claro que la muerte ha perdido
la partida, que la vida humana no es una pasión
inútil, ni un callejón oscuro. No, no busquéis entre
los muertos al que vive. Se ha impuesto
definitivamente la razón de Dios, que es Señor y
dador de vida.
Por eso, el mensaje de esta
noche es impresionante. La historia humana está
llena de sentido; va a desembocar en Dios, que es
origen y meta. Eso sí, que nadie malgaste la vida,
que nadie la atropelle ni la entierre, porque es un
don maravilloso: rica, hermosa, joven, fecunda... La
vida merece sumo cuidado, respeto, responsabilidad,
desarrollo constante. Es la cuna del Reino de Dios.
¡Feliz Pascua, hermanos!
Feliz paso de lo viejo a lo nuevo, de lo indigno a
lo digno, de lo rastrero a lo elevado. Si Jesús nos
ha salvado, no podemos vivir a medio gas, ni seguir
medio ocultos en el pecado. ¡No! Se acabó la mala
vida. Borrón y cuenta nueva, punto y aparte. Ahora
sólo interesa mirar y correr hacia delante,
entusiasmados por Jesús y por el ímpetu de su
resurrección. Dios quiere ganar la partida también
en cada uno de nosotros.
Esta vigilia memorable es
un reto a comprometernos con todo lo que es vida y
resurrección. La fe pascual nos impulsa a mejorar
los ambientes, a levantar los ánimos por todas
partes, a sacar de las trampas y de los engaños a
todos los que desean nuevos cauces de esperanza y de
alegría. Esta Vigilia nos compromete a sembrar o
remover el Evangelio.
P. Octavio Hidalgo, C.Ss.R.
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