DESDE SU NACIMIENTO HASTA SU IDA A AMÉRICA
Nace Juan Nepomuceno Neumann Lebis el 28 de Marzo de 1811, aquel
año Viernes Santo, en Prachatitz, ciudad de Bohemia, que en aquel
entonces pertenecía al Imperio Austríaco. Actualmente Bohemia forma la
parte Oeste de Checoslovaquia. Fue bautizado Juan el mismo día de su
nacimiento.
Sus padres se llamaban Felipe Neumann e Inés Lebis. Su
padre procedía de Baviera, (Alemania). Su madre era Bohemia. Su padre
era un verdadero caballero cristiano, muy estimado y querido por todos.
Su madre, como decía Juan, era una verdadera santa. Seis fueron los
hijos de este ejemplar matrimonio. Tres de ellos abrazaron el estado
religioso: Juan, Redentorista; Venceslao, Redentorista como Juan; y una
hermana que llegó a ser Superiora General de las “Hermanas de la Caridad
de San Carlos Borromeo”.
PRIMEROS PASOS, HASTA LOS 12 AÑOS
A los 7 años ingresó en la escuela Municipal de Prachatitz. Muy aplicado
y de muy buen talento. El sacerdote que enseñaba religión en la escuela
municipal se preguntaba recordando a Juan el Bautista: “¿Qué será el día
de mañana de este niño?”.
A los 10 años, por especial favor, fue admitido
a hacer la Primera Comunión. Los que con él la
hicieron contaban, como mínimo, 12 años. Por
este tiempo, ayudaba todos los días a Misa y
comulgaba con la frecuencia que le permitía el
confesor.
DE LOS 12 A LOS 20 AÑOS. BUDWEIS (Budejovice)
A los 12 años fue para Budweis, actualmente Budejovice, para asistir a
las clases del liceo: seis años dedicados al estudio de Humanidades o
enseñanza media.
Juan vivía como pupilo en una casa particular.
Por este tiempo, tuvo muy mala suerte con los
profesores. Tanto, que si no es por su madre y
hermanas al terminar cuarto curso hubiera dejado
los estudios.
Volvió, pues, a Budweis y en 1829, a sus 18
años, terminó los seis cursos de humanidades.
Bajo la dirección de los monjes cistercienses
estudió, también en Budweis, los dos cursos
reglamentarios de filosofía, necesarios para
poder escoger una carrera superior. Terminó
estos dos cursos en 1831, a los 20 años.
SEMINARIO DE BUDWEIS Y PRAGA
En el Seminario Mayor de Budweis admitían aquel
año únicamente a veinte alumnos para comenzar el
curso de Teología. Los que estaban deseando
ingresar aquel año eran noventa jóvenes. Juan,
aunque desde niño había deseado ser sacerdote y
sólo con esa intención había comenzado y
proseguido sus estudios, ante el temor de no ser
admitido, pensó en comenzar la carrera de
medicina; pero su madre le rogó una y otra vez
que hiciera la solicitud para ser admitido en el
Seminario. Obedeció a su madre y fue admitido.
Comenzó el estudio de la Teología el 1 de
Noviembre de 1831. Fue un brillante
estudiante-seminarista en todos los aspectos. Al
comenzar su segundo curso de Teología fue cuando
sintió muy marcada su futura vocación de
Misionero por tierras de Norteamérica, movido
por los relatos apasionantes de la obra
misionera que realizaban los Redentoristas,
recién llegados a aquellas tierras. Desde
entonces, sus estudios los dirigió a prepararse
para ser un día buen Misionero en Norteamérica.
Como veía que las lenguas modernas le serían muy
útiles para su futura vida de Misionero, se
dedicó, con empeño, en los tiempos libres, a su
estudio.
Y tal fue el aprovechamiento, que al terminar
los cuatro años de Teología podía hablar unas
cuantas lenguas: el bohemio, que era su lengua
materna y era lo que generalmente hablaba en
casa de sus padres; el alemán, que era la lengua
paterna y en la que hizo todos sus estudios; el
italiano, para cuyo aprendizaje le ayudó mucho
otro seminarista, amigo suyo, que lo hablaba
perfectamente (uno de los ejercicios que hizo,
al aprender el italiano, fue traducir al alemán
la obra de San Alfonso titulada “Camino de
Salvación”); el francés, que para mejor
practicarlo se iba a una fábrica donde había
varios obreros franceses; el inglés, que lo iba
también perfeccionando con obreros ingleses; el
español, pudiendo entender perfectamente la
obras de Santa Teresa y cartas de San Francisco
Javier. El español lo practicó menos en sus
tiempos de seminarista y por ello lo estudió más
a fondo, cuando se encontró más tarde de
Misionero en América. Todo esto aparte del
griego y el latín, que dominaba de una manera
poco corriente, más algunas lenguas y dialectos
afines en los que podía, entonces y más tarde,
conversar con sus interlocutores. A todas estas
lenguas tenemos que añadir la que aprendió con
bastante perfección ya en los últimos años de su
vida, siendo obispo, el gaélico. Era ésta la
lengua de los emigrantes irlandeses que en gran
número los tenía en su Diócesis. Así pudo ya
hablar con ellos, confesarlos, predicarles y
atenderlos en muchas cosas.
Aunque la Teología la comenzó en Budweis, allí
no estuvo más que un año y luego pidió ser
trasladado al Seminario Mayor de Praga,
precisamente porque iba a tener más facilidad
para aprender idiomas. Le fue concedido el
traslado y en Praga fue donde estudió los tres
siguientes cursos de Teología y donde
principalmente aprendió los idiomas. En el
último año de su estancia en el Seminario le
fueron a proponer el puesto de Secretario en una
importante embajada. Esto fue debido a su
dominio de muchos idiomas. La verdad es que no
hizo ni caso de tal propuesta, ya que su ilusión
no era otra que ir lo antes posible a las
Misiones de Norteamérica.
TERMINA EL SEMINARIO
El 8 de Julio de 1835, a los 24 años, terminada
la carrera, abandona Neumann el Seminario de
Praga y regresa a Prachatitz. Iba triste y
desconsolado. Él tenía que ordenarse de
sacerdote en su Diócesis de origen, que como
sabemos era Budweis; pero como aquella Diócesis
no necesitaba aquel año ningún sacerdote, le
dijeron que tendría que esperar. Total, que tuvo
que marcharse a América, sin el consuelo de
celebrar antes, su Primera Misa y dar su
bendición sacerdotal a sus padres y hermanos.
VIAJE A AMÉRICA Y VIDA DE APÓSTOL ANTES DE SER
REDENTORISTA
El 28 de Mayo de 1836 llegaba el velero Europa a la costas de Nueva
York. Era la víspera de la fiesta de la
Santísima Trinidad. Debido a unos fuertes
vientos que venían de tierra, no pudo el velero
entrar en puerto. Por fin, a las diez de la
mañana del día 2 de Junio de 1836, jueves y
fiesta del Corpus, pisaba Neumann la tierra del
puerto de Nueva York.
Se presentó, después de varias peripecias, al obispo Dubois que le
recibió con los brazos abiertos, ya que estaba
necesitando un sacerdote para atender a los
numerosos emigrantes de habla alemana que había
en su Diócesis.
Hasta el día de su ordenación, se dedicó por encargo del Señor obispo
a preparar con esmero, en la Iglesia de San
Nicolás, a treinta niños de habla alemana para
la Primera Comunión. El 19 de Junio de 1836 fue
ordenado Neumann de subdiácono. El 24, cinco
días más tarde, de diácono, y, por fin, el día
siguiente, 25, fue ordenado de sacerdote. El 26
celebró su Primera Misa en la iglesia de San
Nicolás y dio la Primera Comunión a los treinta
niños que había preparado.
PRIMER DESTINO
El primer destino que dio el obispo a Neumann
fue Buffalo, aunque le mandó que antes de
incorporarse a Buffalo fuera, durante una
temporada, a Rochester para que atendiera
espiritualmente a los muchos alemanes que allí
había. El sacerdote que estaba en Rochester era
irlandés y no hablaba el alemán. Estando aún
Neumann en Rochester, fue destinado para aquel
puesto el Redentorista P.Prost. Los pocos días
que vivieron juntos el P. Prost y Neumann en
Rochester fueron suficientes para empezar una
sincera amistad. La amabilidad del Redentorista
dejó gratamente impresionado a Neumann. Este su
primer contacto con el P. Prost le movió a
meditar su entrada en la Congregación de los
Redentoristas. De momento, la idea quedó
descartada porque se le esperaba con urgencia en
Buffalo.
Llegado a Buffalo, se repartieron el trabajo
entre el sacerdote que allí estaba y Neumann. El
primero, llamado Pax, se quedó en la ciudad de
Buffalo y nuestro Neumann se fue a
Williansville, veinte kilómetros al norte. Como
la extensión que tenía que atender era muy
grande, cambió pronto de residencia y se fue a
vivir a Nort-Bush, ya que ésta estaba más
céntrica. Tenía Neumann a su cargo unos
novecientos kilómetros cuadrados, en la zona de
los Grandes Lagos. Uno de los puestos que
atendía era Niágara, donde se encuentran las
famosas cataratas.
Desde el principio, comenzó a construir iglesias
y escuelas. Como su campo de apostolado era tan
grande, su trabajo era, podemos decir,
sobrehumano, ya que él quería atender a todo y a
todos: a pie, a caballo, por ríos, recorría toda
la región. Bautizaba, confesaba, atendía
enfermos y moribundos, celebraba matrimonios...
cabalgaba y hasta caminaba, a veces, doce horas
seguidas. Para que le ayudara en la construcción
y en la organización de las escuelas y en la
construcción de las iglesias pensó en su hermano
Venceslao. Le escribió a Europa proponiéndole el
plan y su hermano no lo pensó dos veces. En el
mes de septiembre de 1839, se juntaban en
Nort-Bush los dos hermanos. Venceslao fue un
magnífico colaborador en todo lo que hacía Juan.
SEGUNDO CONTACTO CON LOS REDENTORISTAS
El verano de 1838, cuando Neumann tenía 27 años, fue de nuevo a
Rochester para sustituir, durante una temporada, al P. Prost. Le
entusiasmó la manera cómo el P. Prost y los demás Redentoristas llevaban
el apostolado y comenzó a pensar en serio su entrada en la Congregación
del Santísimo Redentor, lo que haría dos años más tarde.
REDENTORISTA
Cerca de la Pascua de 1840, cae Neumann enfermo, como consecuencia
de su mucho trabajo. Durante tres meses no le dejó la fiebre. Un poco
restablecido, se fue a Rochester para terminar de reponerse en casa de
los Redentoristas. Durante esta temporada es cuando definitivamente
decide hacerse Redentorista.
Pide la admisión a su gran amigo el P.
Prost, Superior entonces en Baltimore, el 4 de septiembre de 1840 y
desde Baltimore le contesta el P. Prost el 16 del mismo mes,
admitiéndole de mil amores. Le mandan que se traslade a Pittsburgo, a
donde llega el 18 de octubre de 1840, para comenzar, en la casa que allí
tenían los Redentoristas, el noviciado. Tomó el hábito el 29 del mes
siguiente. Antes de terminar el Noviciado le mandan trasladarse a
Baltimore, donde termina el Noviciado, siendo admitido a hacer los
votos, el 16 de Enero de 1842.
Su hermano Venceslao entró en el
noviciado poco después de Juan y juntos hicieron parte del Noviciado. A
partir de entonces, Venceslao vivió santamente, como Hermano, en la
Congregación y perteneciendo a ella, murió también santamente muchos
años más tarde que Juan, el año 1896.
APÓSTOL REDENTORISTA
Hecha la Profesión, le mandan quedarse en Baltimore para, junto con
el P. José Fey, alemán, atender a los cuatro mil católicos alemanes
desparramados por aquella gran ciudad. Además, tenían que atender los
dos a diez puestos o estaciones de misión esparcidas por los Estados de
Maryland, Virginia y Pennsylvania. Estos puestos distaban de Baltimore
entre cincuenta y doscientos kilómetros.
SUPERIOR Y APÓSTOL
En Marzo de 1844 es nombrado Superior de Pittsburgo. Dedicaba su
tiempo al confesonario, a la predicación, a la
visita de enfermos. Atendía con predilección a
las clases de Religión de las escuelas. Compuso,
por aquel entonces, dos catecismos para las
escuelas: uno para los pequeños y otro para los
mayores y también una Historia de la Biblia para
los mismos escolares.
Decía: “De la formación religiosa Católica
en las Escuelas depende la Religión Católica de
los Estados Unidos”.
Durante su superiorato en Pittsburtgo
construyó la hermosa iglesia gótica de Santa
Filomena, que inauguró el 7 de octubre de 1846,
Fiesta del Santísimo Rosario. Aunque
no se sabe de dónde podía sacar tiempo, él lo
sacaba para todo lo que fuera hacer el bien y
hasta lo sacaba para predicar, de vez en cuando,
alguna Misión, con su compañero de entonces el
Santo P. Seelos.
VICEPROVINCIAL
A finales de 1846, a consecuencia de su excesivo trabajo, se
apodera de él otra fuerte enfermedad, con una tos continua y frecuentes
vómitos de sangre. Por mandato del médico, cambia de aires y va a
restablecerse a Baltimore, en Enero de 1847. Su tiempo de descanso dura
poco tiempo ya que, aún no enteramente restablecido, recibe una carta de
Europa en la que se le nombra Viceprovincial de las casas de
Norteamérica.
Queda, pues, en Baltimore, ya que allí estaba la casa
donde debía residir el Viceprovincial. Tenían entonces los Redentoristas
diez casas en Norteamérica. El P. Neumann fundó durante su
Viceprovincialato otras dos: una en Nueva York y otra en Cumberland. A
los tres años dejó de ser Viceprovincial. Quedó en Baltimore como
consultor de su sucesor el P. Bernardo Hafkenscheid. En 1850 pasó la
Viceprovincia a ser Provincia con el P. Bernardo Hafkenscheid como su
primer Provincial. El P. Neumann tuvo que hacer de Provincial durante
seis
meses, ya que esos fueron los meses que por ciertas circunstancias tuvo
que estar por Europa el P. Bernardo Hafkenscheid.
Superior de San Alfonso en Baltimore
En los primeros meses de 1851 fue nombrado Superior y Párroco de la
casa “San Alfonso” en Baltimore: la principal casa de la Provincia. La
componían ocho padres, cinco hermanos, nueve estudiantes y cinco novicios. Todos bajo
la sabia dirección del P. Neumann.
Tenía un trabajo abrumador; pero
cuanto más trabajo tenía, más feliz era. Escribía por entonces en una
carta: “Qué bien se está en la Congregación y que bien se vive en
América. Aquí se puede amar mucho a Dios, trabajar y sufrir mucho por Él
y lo hacemos silenciosamente, sin que el mundo se dé cuenta”.
OBISPO DE FILADELFIA
El Señor obispo de Filadelfia, ilustrísimo Kenrick, fue trasladado
a la Sede Arzobispal de Baltimore. Desde su estancia allí comenzó a ir
todas las semanas a la casa de San Alfonso para confesarse con el
Rector, Neumann. El Arzobispo, que conocía bien a Neumann y otros
obispos con él, propusieron al Papa que nombrara obispo de Filadelfia al
Padre Neumann. Pío IX aceptó la propuesta y lo nombró con fecha 1 de
Febrero de 1852.
Neumann recibe el 20 de Marzo siguiente, en
Baltimore, de manos de Kenrick, la Bula de Pío IX con el mandato formal
y sin apelación de ningún género, de aceptar el Obispado de Filadelfia.
El 20 de Marzo, después de haberse preparado con ocho días de ejercicios,
fue consagrado obispo en su querida Iglesia de San Alfonso, en
Baltimore. Naturalmente el obispo consagrante fue Kenrick. Aquel mismo
día cumplía el P. Neumann 41 años.
El nuevo obispo tomó como lema de su
escudo, estas palabras: “Passio Christi confortame”. Dos días después
partía para Filadelfia. Desde el primer día se hizo “todo para todos
para conquistarlos a todos para Cristo”. Todos los domingos y días de
Fiesta predicaba en una o varias iglesias. Comenzó, desde el principio,
a visitar su inmensa Diócesis (más tarde sería dividida en cinco). Las
poblaciones mayores las visitó todos los años, las pequeñas cada dos. En
estas visitas, predicaba, catequizaba, oía confesiones... En su Diócesis
había emigrantes alemanes, checos, italianos, franceses, ingleses,
españoles y de algunas otras nacionalidades, pero ya en menor número. A
cada uno de todos éstos les hablaba y confesaba en su propio idioma.
Como en su Diócesis había también numerosos irlandeses que no hablaban
más que su lengua materna, llamada gaélico, aprendió entonces esta
lengua y pudo, en adelante, confesar y hablar con los irlandeses en su
propia lengua.
ESCUELAS E IGLESIA
La obra a la que quizá se dedicó con más celo fue a la construcción
de iglesias y a la construcción y organización de escuelas. Donde no
había, construía una iglesia y, al lado, la escuela parroquial. La
Madre Saton ya venía fundando escuelas desde antes de llegar el P.
Neumann a América; pero, en realidad, no había llegado a la organización
de la Escuela Católica. Esta organización se la dio el P. Neumann y a
partir de él, se siguieron sus sistemas por toda Norteamérica.
A la
Madre Saton junto con el P. Neumann se les considera como los Fundadores
de La Escuela Parroquial Americana que, sin género de duda, ha sido la
obra más importante del Catolicismo de EE.UU. durante estos dos últimos
siglos.
Cuando fue a Filadelfia, sólo dos Parroquias tenían Escuela
Parroquial. Cuando murió, ocho años más tarde, cien parroquias tenían su
escuela con la organización que él les había dado. Prácticamente todas
las parroquias dispusieron así de su escuela. Para atender a las
escuelas, logró traer a su Diócesis a varias Congregaciones Religiosas y
él mismo fundó una Congregación de Religiosas llamada Congregación de
Hermanas Terciarias Franciscanas que actualmente está muy extendida por
todos los Estados Unidos.
CONCILIO NACIONAL PLENARIO DE BALTIMORE
Recién nombrado obispo, tuvo lugar el Primer Concilio Nacional
Plenario de Baltimore donde, bajo la presidencia del Arzobispo Kenrick,
se reunieron todos los obispos de Estados Unidos. Eran, en aquel
entonces veinticinco obispos y arzobispos.
Neumann formó parte en este Concilio
de la Comisión sobre la Educación. Fue el que más ideas aportó y comenzó
a ser considerado por los demás obispos como el especialista en la
organización de la Educación Católica y de las Escuelas Parroquiales.
Por eso, se le encargó en este Concilio que hiciera un Catecismo para
unificar criterios en todas las Diócesis. Se publicó este Catecismo como
el oficial en EE.UU, en Agosto de 1853.
MISIONES Y SEMINARIO
Hizo que se predicaran Misiones en todo el territorio de su
Diócesis y él mismo intervenía, cuando podía, al menos un día, en las
predicaciones. Cuidó con esmero el Seminario Mayor que ya existía
antes de llegar él a obispo; pero Neumann lo hizo mucho más floreciente.
Alcanzó este Seminario, durante su gobierno, un prestigio tan grande que
el Papa le concedió el privilegio de poder dar el título de Doctor en
Teología. Aumentaron las vocaciones, sobre todo, después de haber
fundado, en 1859, un año antes de su muerte, un Seminario Menor para los
niños que se sentían llamados al sacerdocio.
ALGO DE SU VIDA PARTICULAR
A pesar de su enorme actividad, nunca dejó de practicar
intensamente la oración y la penitencia. Cada semana iba al convento de
los Redentoristas para confesarse. Cada mes iba un día entero para hacer
retiro. Cada año se recluía en el mismo convento para hacer los diez días
de Ejercicios Espirituales que manda la Regla a los Redentoristas.
Por
testimonio de su Confesor sabemos que, a imitación de San Alfonso, hizo
voto de no perder ni un minuto de tiempo y que lo cumplió hasta la hora
de la muerte. Por el mismo Confesor sabemos que se disciplinaba casi a
diario, con una disciplina terminada en clavos y que llevaba sobre sus
carnes un áspero cilicio prácticamente todas las horas del día.
VIAJE A ROMA
En 1854, invitado por el Papa, fue a Roma para asistir a la
proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María. Él, que era
tan devoto de María, experimentó en Roma, en esta ocasión, quizá la
mayor alegría de su vida.
Aprovechó para ir a Praga, donde fue
recibido por el Emperador, quien le dio mil florines para ayuda de la
construcción de la gran Catedral de Filadelfia, terminada e inaugurada
por Neumann en 1859.
Fue también, cómo no, a Prachatitz, donde tuvo el
consuelo de abrazar a su anciano padre. Su madre ya había muerto hacía
tiempo. Quedó en Prachatitz seis días. Sus paisanos le tributaron muchos y
cariñosos homenajes.
DE NUEVO EN SU DIÓCESIS
El 28 de Marzo de 1855 entraba en Filadelfia y, de nuevo, se metió
a trabajar hasta el límite de sus fuerzas, con toda solicitud y entrega
a sus queridos diocesanos.
LA HORA DE PRESENTARSE AL PADRE
Al comenzar el año 1860, estaba Neumann lleno de planes para su
amada Diócesis. El 5 de Enero se sintió mal por la mañana. No obstante,
en la comida, estuvo muy ameno, como de costumbre, y hasta estuvo
contando algunas anécdotas. Por la tarde, salió a firmar un documento acerca de una propiedad de la Diócesis. Al volver para casa, un ataque de
apoplegía le derribó en tierra frente al número 1218 de la calle Vine,
cerca de la Residencia Episcopal. A los pocos minutos era cadáver. Se
cumplió así un deseo suyo, de morir de repente, para así no dar trabajo
ni molestias a nadie.
El entierro fue el 9 de Enero. Nunca se había
visto en Filadelfia un cortejo fúnebre tan grandioso. Todos querían
honrar a su obispo, al que todos proclamaban santo.
El Arzobispo de
Baltimore, Kenrick, pronunció la oración fúnebre. Una de las frases que
pronunció fue ésta: “Si salís para un negocio, pensad que tal vez no
volveréis vivos. Si os acostáis para descansar, pensad que la mañana
siguiente puede hallaros cadáveres”. Con la primera frase describió la
muerte de Neumann y con la segunda describió, sin saberlo, su propia
muerte, ya que tres años más tarde fue hallado por la mañana, muerto en
la cama.
El cadáver de Neumann fue enterrado en la Cripta de la
iglesia de San Pedro de Filadelfia, iglesia de los PP. Redentoristas.
Era, ya dijimos, el 9 de Enero de 1860.
A finales de 1897 traían
varios periódicos norteamericanos la siguiente noticia: “La tumba del
obispo Neumann es visitada todos los días por varios centenares de
personas, hasta de no católicos y su número va en aumento de día en
día”. “Tuberculosos y otros enfermos son curados, ciegos recobran la
vista, paralíticos, el uso de sus miembros. El cielo parece que quiere
confirmar la fama de Santidad del obispo de Filadelfia, Neumann”.
BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN
El cielo confirmó la santidad de Neumann por medio del Vicario de
Cristo en la Tierra. Juan XXIII quiso beatificarlo y hasta había
señalado el día; pero no pudo hacerlo, ya que la muerte se lo llevó a él
al cielo, antes de que llegara esa fecha. Fue su sucesor Pablo VI el que
lo proclamó solemnemente Beato el 13 de Octubre del año 1963 y el mismo
Pablo VI fue quien lo proclamó Santo el 19 de Junio de 1977.
A
nosotros nos queda ahora la obligación de imitar las virtudes de este
gran Redentorista. Su fiesta se celebra el 5 de Enero, conmemoración
del día en que el Señor se lo llevó al cielo.
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