
«Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida»
Hoy la Iglesia hace memoria agradecida por el don de la
Eucaristía y se postra delante de la presencia real de
la Eucaristía y la adora con fe. Dios alimentó con el
maná al pueblo hebreo mientras peregrinaba por el
desierto. El maná prefigura el pan bajado del cielo.
Quien come de este pan vive para siempre. Cristo no solo
propone un mensaje sino que se da a sí mismo en alimento
para la vida eterna. El pan es uno y así nosotros,
aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque
todos comemos del mismo Pan.
Liturgia
y comentario