Domingo,
30 de
marzo
IV Domingo de Cuaresma «Laetare»

«Este hermano
tuyo estaba muerto y ha revivido»
Gustar y ver la bondad del Señor cuando nos sentimos
reconciliados con él es la fuente
de nuestra alegría. Jesús nos invita a identificarnos
con el padre. Al final ha encontrado al hijo
menor que se había ido; solo el
hijo mayor sigue perdido, aunque no se haya
ido fuera, y todo por no comprender la
misericordia del Padre. Esta
misericordia viene expresada con prisa: «Era preciso
celebrar un banquete». No calcula
su alegría por el hijo que ha vuelto, ni el qué
dirán. ¿Se esperaba el Padre que la crítica
viniera de su propia casa? Este
hijo mayor representa a los escribas y fariseos, los que
ponen en duda la acogida
misericordiosa de Jesús para con los pecadores.
Liturgia y
comentario
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